La fuerza de voluntad es aquello que nos va a guiar a alcanzar nuestros objetivos, a través del aprendizaje gradual y desarrollo constante y progresivo. Es una capacidad innata que todos tenemos pero que debemos entrenar.
Digamos que podría ser un compromiso que adoptamos con nosotros mismos, tomando decisiones, dándonos la oportunidad de demostrar nuestra valía y fortaleza. Evaluamos y aclaramos nuestras metas y la puesta en marcha para llegar a ellas a través de la fuerza de voluntad.
Un elemento fundamental de la voluntad es la elección, y cuando elegimos, también estamos renunciando a otras alternativas. A veces, estas alternativas son contrarias a la satisfacción inmediata. Por lo que, elegir es invertir en un objetivo que, aun siendo lejano, nos motiva y nos hace caminar hacia adelante, aun con sus dificultades. Esta elección debe ser asequible y sostenible en el tiempo, de lo contrario generará unos desencadenantes. Como la mala gestión de la frustración y la retroalimentación personal negativa que puede hacer que nos abandonemos en el camino.
Disciplina y fuerza de voluntad
Los pilares esenciales para llevar a cabo la consecución de nuestro objetivo son la motivación y constancia. Van a ser nuestro motor, ejerciendo la fuerza necesaria hacia el cambio. Así como también no dejarnos llevar por los factores que nos puedan distraer. Pues no debemos dejar que el impulso inmediato cambie nuestro rumbo, siendo conscientes en todo momento.
La voluntad está estrechamente asociada con el propio manejo de emociones y autoestima, por lo que poseer una imagen de nosotros mismos fuerte y segura es muy importante.
La disciplina que hay que seguir es trabajar la tolerancia a la frustración, la capacidad de posponer las gratificaciones inmediatas, la resistencia a los impulsos, la motivación y esfuerzo como impulsores, capacidad de reconocer los avances y llevar acciones reales, es decir, de aquí y ahora.
Para evitar que podamos boicotear nuestro proceso, es importante no olvidarse de detectar qué factores, tanto internos (pensamientos, sentimientos) como externos (situaciones, lugares, personas, etc.) nos ayudan en la consecución de nuestra meta, regulando nuestras emociones, trabajando en nuestra imagen personal, incorporando y haciendo nuestros hábitos saludables y productivos. Sin nunca olvidar en quién queremos convertirnos y ser nuestra mejor versión. Siempre con esfuerzo y constancia.