CENTRO DE ADICCIONES Y DE DESINTOXICACIÓN · CENTRO ACREDITADO CATA Nº ACD/2010

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Las ventajas del sistema ambulatorio en el tratamiento de adicciones frente al ingreso

Existen dos formas de abordar un tratamiento de adicciones: los sistemas ambulatorios y los sistemas de ingreso u hospitalarios. Aunque sus nombres dan muchas pistas, mientras que en el último el paciente ingresa durante un periodo de tiempo determinado en un centro donde contará con apoyo sanitario y psicológico, con un conjunto de normas y normalmente, la imposibilidad de salir a voluntad, en el primero, el paciente acude a terapia mientras mantiene su estructura social, familiar y laboral así como su entorno.

Elegir uno u otro tipo de tratamiento depende de cada caso. Por ejemplo, depende del tipo de sustancia que genera la adicción, del riesgo que supone para el paciente la misma, etc.

En este contenido vamos a hablar de ambos, de sus ventajas e inconvenientes, pero sobre todo, vamos a tratar de desmitificar el ingreso como la forma más efectiva de hacer frente a la adicción.

¿Que tratamiento es mejor? ¿Es más efectivo el tratamiento ambulatorio o el ingreso?

Normalmente se tiene el concepto de que para resolver un problema de adicciones, la solución más efectiva es el ingreso en un centro. Aunque esta percepción no se corresponde con la realidad, es lo que hemos visto en las películas, en las series y en general, en la televisión. Es lo que está en el imaginario social: que para curar una adicción se requiere un ingreso.

Una visión con origen en los años 80

Bien es verdad que esto era así en los años 80, pero en un momento muy concreto. En los 80 la heroína era la droga más consumida, y también es verdad que esta droga, bien inyectada o fumada, traía un sinfín de problemas. Desde casos de delincuencia graves hasta actitudes y comportamientos extremos en los que se hace lo que sea necesario para conseguir la droga. Además, la misma provocaba un síndrome de abstinencia especialmente fuerte. En ese momento los ingresos eran necesarios, y al final, hoy por hoy, los jóvenes de los 80 que vivieron en primera persona esas situaciones son los padres y madres de la actualidad, las personas del entorno más cercano al adicto.

¿Y actualmente? ¿Cuando es necesario el ingreso?

Pero en la actualidad ya no existe ese perfil de adicto. Obviamente, hay gente que consume heroína y casos en los que se va a recomendar el ingreso porque es realmente difícil conseguir una desintoxicación ambulatoria al hablar de dicha sustancia de la misma forma que se recomienda el ingreso en los casos de consumo de cocaína en base o cristalizada. En ambos casos, la desestructura y complicaciones de ambas drogas son extremadamente graves y conviene ingresarse antes de proseguir con un tratamiento ambulatorio pues es casi imposible conseguir la abstinencia total de forma ambulatoria con garantías.

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Otras situaciones en las que el ingreso es prácticamente indispensable es en determinados consumos de cocaína o de alcohol, tan elevados y extremos, que realmente la persona pone en peligro su vida prácticamente a diario. Pero, fuera de estas situaciones, el tema del ingreso es algo que hay que plantearse y considerar de forma muy seria. Te contamos por qué.

El tratamiento ambulatorio, clave en el éxito de los tratamientos de adicciones

Partimos de la idea de que el perfil actual de una persona que consume es un perfil que está estructurado. Cuenta con un trabajo, una familia, unos estudios, un grupo de amigos y una vida más o menos formada. En ese mismo entorno en el que el adicto se desenvuelve es donde también habitan todas las situaciones y sentimientos que han llevado a la persona al consumo. Entonces, si ingresamos a una persona en el momento en el que esta no lo necesita se corre el riesgo de enquistar todavía más el problema.

Ingreso o tratamiento ambulatorio

En las situaciones en las no se necesita un ingreso, pero pese a ello el mismo se produce, es muy probable que cuando la persona reciba el alta vuelva a consumir, además, con la frustración añadida de que ha seguido un tratamiento, ha estado ingresado y se ha hecho un esfuerzo que no ha servido para nada. El paciente siente así que es un caso incurable, un enfermo crónico o un ejemplo de fracaso. Por supuesto, sin que sea realmente el culpable.

Si la persona consume puntualmente o mantiene un consumo que aunque peligroso, no pone su vida en peligro y si esa persona mantiene el trabajo y mantiene la familia o un entorno de personas cercanas, entonces el ingreso puede ser contraproducente.

Las ventajas del tratamiento ambulatorio frente al ingreso

  • No se pierde de vista la problemática real del paciente. Una de las cosas menos favorable del ingreso es que se pierde de vista la problemática real del paciente. Es decir, dejamos de ver cual es el motivo que ha provocado la adicción o que provoca el consumo. Esto se ve en el día a día del paciente. Con el ingreso, perdemos de vista esa realidad y dejamos de saber si es un hombre o una mujer que tiene una relación tóxica con su pareja o que tiene una relación de sumisión en otras circunstancias o de anulación con sus padres, con el trabajo, si hay un complejo o miedo al rechazo, si siempre ha tenido una sensación de querer agradar… Toda la problemática que está latiendo en el paciente y de la cual busca escapar con el consumo desaparece, ya no existe en el ingreso y no tiene que hacerle frente. Teniendo esto en cuenta, lo que vamos a trabajar en el ingreso es un poco la visión que el paciente tenga de su vida, pero la realidad de su vida no la vamos a percibir, no la vamos a conocer, y es ahí donde se ven las verdaderas problemáticas del paciente.
Ingreso y problema de adicciones
  • Es el paciente quien toma la decisión consciente de no consumir. Hay una clave que es fundamental para conseguir el éxito de un tratamiento de desintoxicación y es que es el paciente quien debe tomar a lo largo del mismo la decisión de no consumir. Dentro de mi mismo, trabajando con el terapeuta, trabajando con mi grupo de ayuda, mirando a los ojos a mi mujer o mirando a los ojos a mis padres, yo y solo yo tengo que darme cuenta de que elijo no consumir, de que es mi decisión no consumir, y de que estoy dispuesto a aceptar todas las normas que me han puesto.
    Durante el tratamiento ambulatorio es normal imponer varias normas. La norma de no tener tarjetas, de que no puedo beber cerveza, ni siquiera 0,0, de que no puedo juntarme con consumidores, de que no puedo tener dinero, de que no puedo tener acceso a nada, me han puesto muchas normas pero el paciente las acepta porque de verdad no quiere consumir y de verdad quiero que todo esto se acabe.
    Esa consciencia de querer que todo se acabe, le hace abrazar el proceso terapéutico pues la decisión se ha asentado.

    Así, en los días en los que el paciente tiene un craving – unas ganas de consumir repentinas – tiene las herramientas para enfrentarse con éxito al mismo, porque es él el que no quiere consumir. Es el paciente el que piensa: «No quiero defraudar a mi esposa», «no quiero defraudar a mis padres», «no quiero defraudar a mi marido» o, «quiero que mis hijos estén orgullosos de mí». Así, día a día, y con las problemáticas de cada día, el paciente es consciente de que en verdad, no quiere pasar por ahí.

    Pero, ¿qué ocurre en el ingreso? Con el ingreso, el paciente entra en un planeta diferente, un nuevo universo en el que hay nuevas normas, nuevas guías, otras personas… todo es nuevo e incluso, es habitual estar en una ciudad diferente a la propia. Obviamente, se deja de consumir, porque no se puede consumir, pero la decisión de no consumir no la está tomando en ningún momento el paciente, no lo estoy decidiendo todos los días, no me enfrento a mi mismo y me digo a mi mismo: «no, no voy a consumir y es más, lo voy a compartir con mi terapeuta, con mi mujer, que he sentido miedo ante esta situación y al final, me han entrado ganas de consumir. Lo voy a compartir porque yo no quiero que esto suceda».

    De esta forma, toda esa lucha diaria que va haciendo la persona, consciente de que quiere dejar de consumir no existe en el internamiento porque simplemente, la persona no puede consumir. Por lo tanto, cree que ha tomado la decisión cuando verdaderamente no ha sido así, esa decisión no se toma porque no puedo elegir. Así, por desgracia, cuando los pacientes salen del centro se dan cuenta de que esa decisión no estaba tomada, de que al salir del centro, puedo consumir. Por desgracia, esto es muy frecuente. Por eso, nosotros recomendamos que el ingreso sea una parte inicial del tratamiento cuando se requiera necesariamente, por seguridad, pero la persona tiene que saber que después de eso viene la parte más esencial: enfrentar al dia a dia con todos sus estímulos, con todos sus conflictos de familia, de pareja, de trabajo, de sentimientos, todo surge ahí y ahí es cuando empieza el tratamiento.
Toma de la decisión de no consumir

Obviamente, se deja de consumir, porque no se puede consumir, pero la decisión de no consumir no la está tomando en ningún momento el paciente

  • El tratamiento ambulatorio actúa directamente sobre la causa de la adicción y proporciona las herramientas necesarias para enfrentarse a la misma. Al final, la adicción actual, es el síntoma de un problema emocional, de autoestima, de dificultad para ser uno mismo… Entonces, la clave está en trabajar esa problemática. Es muy difícil trabajar esa necesidad tan fuerte de aceptación, tan fuerte que le lleva al consumo por ese miedo al rechazo, durante un ingreso. Los objetivos, las metas el cómo se tienen que afrontar determinadas situaciones, no se puede tratar adecuadamente con el ingreso. La realidad del ingreso es que la problemática original del paciente en un 90% se queda intacta y lo que se ha hecho es parar el consumo. Así y en consecuencia, el ingreso debe ser una herramienta para conseguir la abstinencia que de otra forma algunos pacientes no conseguirían por si mismos de forma segura. Pero es muy importante destacar que después del ingreso, se seguirá necesitando trabajo interno.

La realidad del ingreso es que la problemática original del paciente en un 90% se queda intacta y lo que se ha hace es únicamente parar el consumo.

  • En el método ambulatorio no se traslada la responsabilidad del éxito al tratamiento. Por desgracia durante el ingreso, tanto la familia como el paciente y aunque de forma inconsciente, trasladan la responsabilidad del éxito o fracaso del mismo al propio internamiento. Es decir, al final el ingreso es el protagonista y el método en el que se depositan todas las esperanzas. Pero, sin embargo, en el tamiento ambulatorio el responsable, el que tiene que asumir la responsabilidad del cambio es el paciente y la familia. En conductas adictivas siempre hay algo de lo que la familia y el entorno es capaz y al final con el ingreso se elimina de golpe toda posibilidad de colaboración. Por supuesto que es el paciente el que debe afrontar la problemática, que en ocasiones puede ser muy antigua, pero también la familia tiene que mirar a un lugar donde no ha querido mirar. A veces la familia no es el problema pero ha formado parte o ha colaborado en el problema sin quererlo. Con el ingreso, solemos desentendernos de forma rápida de un problema que al finalizar el mismo, va a seguir estando.

En conclusión, el ingreso puede ser adecuado en aquellos casos en los que el adicto está poniendo en grave peligro su vida y la de aquellos que le rodean, pero debemos ser conscientes de que al finalizar el mismo, será necesario seguir con apoyo terapéutico, en muchas ocasiones con un tratamiento ambulatorio. El resto de casos, en los que además el adicto tiene un entorno social, laboral y familiar más o menos estable, el tratamiento ambulatorio es sin lugar a dudas el más recomendado.

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