A lo largo de nuestra vida nos podemos encontrar con varias dificultades a la hora de ir formando nuestra personalidad. De ir aceptando quienes somos, lo que tenemos y también a la hora de aceptar nuestro cuerpo tal y como es. Porque seguro que más de una vez has oído a algún ser querido, o incluso a ti mismo, decir una de las frases que indican este problema: «No me gusta mi cuerpo».
Uno puede hacer más ejercicio para estar más en forma o comer más sano para estar más delgado, pero no va a poder hacer nada para ser más alto, tener otro color de ojos, etc. Y aunque no suele convertirse en un problema grave, a veces, puede generar un deterioro en la autoestima. Este deterioro nos hace ser más sensibles a padecer otros problemas. Incluso, llega a ayudar a que se generen trastornos graves como es la adicción.
Una de las características principales de las adicciones es esa baja autoestima. Una persona con buena autoestima puede hacerse daño por desconocer las consecuencias de una conducta o por no ser plenamente consciente de la peligrosidad de la situación. Pero cuando se ve dañada deja de hacerlo, ya que lo más importante es respetarse a sí mismo y protegerse. Sin embargo, cuando una persona tiene una baja autoestima, lo más importante es desconectar de esa sensación de rechazo a uno mismo. Cuando hay un consumo la sensación de evasión es muy fuerte. Y, a pesar del daño que ocasiona, respetarse deja de ser algo primordial. En consecuencia, el autorechazo es cada vez mayor y la gestión emocional se hace cada vez más difícil.
¿Cómo afecta a las adicciones la falta de autoestima causada por no aceptar tu cuerpo?
Llega un momento en que la persona adicta sabe que se hace daño. Pero no se ve capaz de hacer nada para evitarlo. Por lo que empieza a verse como no válida, insuficiente, inferior a los demás… Todo esto se proyecta hacia la imagen que vemos en el espejo. Es decir, si no estoy a gusto con cómo soy por dentro no puedo estar a gusto con cómo soy por fuera.
Es cierto que hay mucha presión a nivel social en lo referente a la imagen y eso, especialmente en edades de gran vulnerabilidad como la adolescencia o incluso más tarde, puede generar una dificultad extra a la hora de sentirte en sintonía con tu cuerpo. Pero cuando hay una adicción, esa leve insatisfacción se puede convertir en un rechazo absoluto hacia uno mismo. Nada de lo que se haga o se consiga para estar mejor va a dar resultado. El punto clave es que el cambio debe hacerse de dentro a fuera.
A medida que se van dando los pasos necesarios para superar la adicción, la persona se empieza a ver más capaz de cambiar las cosas y con más control sobre su vida. Esto también se ve reflejado en el espejo. Una persona que supera una adicción es una persona que se quiere a sí misma.