CENTRO DE ADICCIONES Y DE DESINTOXICACIÓN · CENTRO ACREDITADO CATA Nº ACD/2010

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El alcohol y la soledad, ¿qué tienen que ver?

Queramos o no, el alcohol está presente en nuestras vidas desde las edades más tempranas. El alcohol forma parte de nuestra cultura latina. Se usa para celebrar en fiestas, festejos, encuentros con amigos… está presente hasta en el plano de la seducción como bien se encargan de recordarnos todos los anuncios y la publicidad que nos impacta día a día.

Es tanta la integración del alcohol en nuestra vida, es tan grande su componente social, que prácticamente podemos decir que se halla en el ADN de nuestra vida social. Por ello, a menudo se toma como un compañero de camino vital.

Partiendo de esto, ¿qué se supone que hace un compañero o amigo? Justo eso, nos acompaña y hace que nos sintamos menos solos.

Justo en este punto es donde tenemos que parar y reflexionar sobre el peligro que esa compañía supone. Y, también, sobre los elementos en los que la misma se sostiene. Y es que resulta que la sensación de soledad es uno de sus alimentos principales, el desencadenante de algunos casos de alcoholismo.

Papel social del alcoholismo

La soledad, un sentimiento más habitual de lo deseado

Todos nos hemos sentido solos alguna vez. Es más, incluso podemos decir que el sentimiento de soledad forma parte de nuestra naturaleza existencial, pues somos seres independientes, únicos, pero sociales por naturaleza. Necesitamos del contacto y de la relación con otras personas. Sin embargo, más allá de esto, el peligro de la soledad reside en el momento en el que, algo tan aceptado como el alcohol, entra a formar parte de los dispositivos de defensa frente al dolor que algunas personas sienten. Es decir, cuando se usa el alcohol como una especie de barrera para hacer frente a aquellos sentimientos que nos hacen sentir mal.

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Por el papel que tiene el alcohol en nuestra sociedad y que hemos señalado antes, esta sustancia tiene la capacidad de meterse silenciosamente en nuestras vidas sin que podamos identificar la amenaza que ello supone. Pero, ¿qué nos impide identificar esta amenaza? Entre otras cosas, la falsa creencia de poder controlar el consumo a voluntad. Además, poco a poco, sin darnos cuenta, empezamos a sufrir algunas de las consecuencias del alcohol. Por ejemplo, empezamos a sufrir modificaciones en nuestra conducta y en nuestra personalidad hasta que, por lo general, el daño en nuestras relaciones y en nuestra vida en general ya es muy claro.

Volvamos por un segundo a la sensación de soledad. Se puede estar acompañado por muchas personas a diario y tener una familia, amigos y vida social aparentemente normal, y sentir ese vacío en el cuerpo. Ese tipo de sensaciones, de que no somos especiales para nadie, así como el hecho de que no encontramos en los demás la aceptación y el calor que profundamente deseamos, son las que se deben trabajar para ser capaces de quitarle el sustento emocional y psicológico al alcohol, negándole todo sentido artificialmente construido sobre el dolor.

En EXII y en el centro de adicciones Alicante, nuestra mirada se dirige allí, mediante vínculos potentes y cálidos. Llenos de confianza y empatía, haciendo que en cada encuentro terapéutico no sólo la profesionalidad de nuestro equipo sino sobre todo nuestra humanidad, acompañe el proceso de la persona desde su vacío y su consumo, hasta su liberación y expresión personal más plena.

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